Sentada en la mecedora del pasado,
tibiamente sonríe.
Vive y muere con cada nota triste a su alrededor.
En sus ochenta páginas en las que vive atrapada,
sigue siendo tierna a pesar de sus losas.
Se desprende hasta de su aliento para servir.
La química sanadora de sus
manos
es nuestra predilecta medicina.
Mi madre se ha vuelto pequeña y frágil,
pero sigue siendo fuerte.
Ella busca desplegarse en sobijos,
fortaleza que siempre la hace crecer y vencer.
©Luz Marina Zuluaga Tinoco
Derechos reservados del libro “La vida, ¡un instante!
Cartagena- Colombia 2017
Cartagena- Colombia 2017
Me ha gustado mucho esa poesía ¿Cómo puedo obtener la obra?
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